El tomate se consume en AndalucÃa desde el siglo XVI, poco después de introducirse en Sevilla desde América y mucho antes que en comarcas y paÃses más septentrionales. En el siglo XVIII, la roturación y puesta en cultivo de tierras comunales conlleva la extensión de cultivos hortofrutÃcolas por la periferia de muchas ciudades andaluzas y por comarcas serranas, como las de Huelva, donde todavÃa se cultiva el tomate rosado.
El tomate rosado se siembra en semilleros y posteriormente en tierra, a distancia de 1 mt., siguiendo principios tradicionales que mantienen la fertilidad del suelo, como el abono orgánico y la rotación, y evitando el uso de productos básicos de sÃntesis (pesticidas, fungicidas e insecticidas). Se planta en surcos de cantero de humus moreno de buena naturaleza, que se enriquece con estiércol. Los cultivos se intercalan -maÃz y hortalizas- para que interactúen positivamente. Posteriormente, se techan los surcos con tablas, que se cubren con una cama de helechos, para que los frutos se reclinen sin dañarse, y se vuelven a cubrir con otra tapa, para protegerlos del sol. Y es que la piel finÃsima del tomate rosado requiere todos los cuidados.
Todos los hortelanos tienen varias simientes, que guardan de los tomates primeros, seleccionando los más gordos y lisos cuando maduran, y cruzándolos para que no se bastardeen. Pedro Cantero (2004) recogÃa esta forma de preparar las simientes: “A la hora de embotellar, las mujeres, mientras van faenando, escogen los tomates que ven mejores y bien maduros, los pelan, los cortan en dos y estrujan el meollo. Salen las simientes en la pulpa y echan todo en un cubo aparte. Cuando ya tienen bastante, lo apartan y lo dejan fermentar en el mismo techao, formándose una nata espesa por encima. Al cabo de dos o tres dÃas, se añade agua clara y se decanta, la nata sube y las semillas quedan abajo, se inclina el cubo con cuidado y sale sola la nata y el resto de la pulpa, las simientes quedan limpias.” Las simientes secas se guardan en tarros de cristal o sobres de papel y suelen durar unos 4 años, aunque pueden conservar su facultad germinativa incluso más de 10.
Su tamaño es entre 7 y 12 cros. de diámetro, de piel muy fma, poca simiente y pulpa abundante y tierna. Es un tomate de verano, que se consume durante los meses de agosto, septiembre y hasta mediados de octubre. Su sabor es delicado, dulce y con apenas acidez, apto para mezclas refinadas.
Realmente suculento, es bueno degustarlo preferentemente crudo, en temporada. El tomate rosado es tan bueno como breve: fuera de la nevera se conserva unos seis dÃas, de ahà las dificultades de su comercialización. De hecho, su radio de mercado es comarcal. La producción es superior a la demanda, pues los horticultores lo siembran para consumo familiar, pero termina sobrando y la venta es local, salvo en el caso de algunos jóvenes horticultores que intentan ampliar el radio. También se podrÃan comercializar crudos, secos, en zumo o en conserva, para guisos, estofados, pasta y salsas.
La zona histórica de producción es el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche (Huelva): Almonaster, Fuenteheridos, Castaño del Robledo, Galaroza, Calabazares, Aracena, Los Marines, Nava Hermosa, Cumbres Mayores.
Actualmente se comercializa localmente y no siempre. Lo más frecuente es el autoconsumo. Como no existen canales de comercialización y no se lo conoce fuera de la comarca, se da, a veces, a los cerdos.
Las cantidades son de 10 a 14 kgs. por mata.