METER PALABRAS EN LA TIERRA
Publicado en el número 58 de la revista Slow Food, con la que finalizó su edición.
Escribir para Slowfood ha sido como meter palabras en la tierra. Me explico.
Cuando hace cinco años escribà mi primera colaboración para la revista, llevaba años investigando y escribiendo sobre AntropologÃa de la Alimentación. Cada uno de mis textos tenÃa el respaldo del trabajo de campo. HabÃa entrado en las casas, habÃa comido con mis informantes y habÃa hablado largo y tendido con cada uno de ellos.
No hay trabajo más grato. Ya se sabe que la comida despierta los sentidos y los sentidos invitan a la confidencia. El tiempo compartido alrededor de la mesa es generoso. EscribÃa, por lo tanto, sobre algo que habÃa vivido y habÃa disfrutado. Pero los antropólogos somos, como otros cientÃficos, rehenes de nuestra disciplina. Cada área de conocimiento tiene un lenguaje propio, una mirada. Escribimos desde esa posición. Manda la cabeza.
No sé por qué elegà escribir para Slowfood de otra manera. Pero el caso es que salté de la barrera al ruedo. Esos textos, tan breves, me permitieron caminar al lado de los que antes habÃa observado, sentir su pulso, compartir su mirada. Poco importaba que el tiempo nos hubiera alejado, que algunos incluso hubieran muerto ya. A medida que escribÃa, con cada palabra, revivÃa lo que debà percibir pero no supe anotar, lo que la grabadora no almacenó. En una escenificación de la libertad, las palabras barrÃan los lÃmites que antes me habÃa impuesto. Fue entonces cuando los sentidos se empaparon, cuando la reflexión tuvo un nuevo aliento, cuando me incorporé como una parte más a la historia. Porque, esta vez, todos, observador y observados, formábamos parte de un texto que no se debÃa a más disciplina que la vida. Y la vida dio fruto. Por eso dije al principio que escribir para Slowfood habÃa sido como meter palabras en la tierra.
Vaya mi agradecimiento para cuantos han hecho posible la revista Slowfood.
Isabel González Turmo
Universidad de Sevilla