9.40 h Puerta Triana (Sevilla), frÃo óseo e ilusión máxima; nuestro grupo, muy numeroso y diverso, sale con la ilusión que nos ha dado el plan ideado por Fran (este pareado me sirve para el comienzo)
Una hora más tarde llegamos a Mare Nostrum, la fábrica de quesos dirigida por MarÃa y sus hijos; nos explican cómo trabajan y las dificultades que la elaboración del queso tiene; tenemos cata de productos y los que no habÃamos desayunado la acogemos con fruición ( las bolitas de queso son un manjar difÃcil de olvidar ). Se nos hace acogedor el momento porque MarÃa nos deja un rato en su casa para resguardarnos del frÃo: ¡ya comenzamos a intercambiar experiencias los que no nos conocemos!
Alrededor de las 13.00 horas llegamos a Cazalla de la Sierra donde Elena y Julián ( Bodegas Colonias de Galeón) nos esperan y ella se sube al autobús para dirigirnos. Pronto nos damos cuenta de la locuacidad de nuestra anfitriona; sabe lo que habla y lo cuenta con gracia. Los toques históricos nos sitúan bien: filoxera a finales del S.XIX, empuje de la tierra, por parte de Primo de Rivera, con la potenciación de los viñedos en los años 20 y un poco de información del terreno. Igual que MarÃa con su fábrica de quesos, Julián y Elena han acometido con mucho esfuerzo iniciar una empresa que en poco tiempo resulta acorde con la filosofÃa de Slowfood.
Nos bajamos del autobús para recorrer el viñedo; con la confianza que vamos adquiriendo y el frÃo que todos tenemos, nos ponemos muy juntitos para oÃr lo que Elena nos cuenta; algunos aprovechan para hablar por el móvil y todos estamos deseando comer.
La entrada en Cortijo Vistalegre se nos hace estupenda por los aperitivos que ya están en las mesas y por lo acogedores que son Enrica y familia; como nuestros amigos Juan y Ana dijeron, “comimos a faja caÃda”; la food fue slow y además, too.
La comida, como no podÃa ser de otra manera, fue la guinda del dÃa; no sólo porque todos tenÃamos hambre y el tiempo la pedÃa, sino porque durante la misma todos pudimos comprobar cómo el grupo, tan heterogéneo en sus comienzos, compaginó perfectamente, como si de amigos de siempre se hubiera tratado.
Brindamos por las atenciones que nos dispensaron MarÃa, su hija, Julián, Elena y Enrica y familia, con vinos buenos, acabando el viaje de vuelta algo más “Silentes” (¡vaya por vosotros Julián y Elena!) que a la ida.
Ya sólo queda que los que aún no estáis en nuestro Convivium os incorporéis; es la manera más segura de que Fran se anime a repetir excursiones tan buenas.